TEORIA DEL AZUCAR BLANCO
El termino azúcar deriva del sánscrito “Sakura”. Ya en Persia, en el año 600 d.C., el azúcar se consideraba una escasa y preciada droga milagrosa, un sedante que se
administraba con muchísima prudencia. Éste antiguo remedio mágico, se ha convertido en nuestros días en todo un veneno. Quizás antes de
abordar el tema del azúcar blanco haya que hacer unas matizaciones en cuanto a los vocablos que normalmente se emplean para nombrarlo. Lo que entendemos por
azúcar blanco, es esa materia dulce y blanca en forma de pequeños cristales que se emplea para endulzar diversos alimentos: La sacarosa. Otra cosa muy
diferente es el nombre que reciben un grupo de alimentos, que por su importancia, deben de estar presentes en nuestra alimentación diaria en
proporciones de un 50 a un 60%: Se trata de los glúcidos, hidratos de carbono, carbohidratos o azúcares. La mejor representación de estos glúcidos son los
cereales, que en este caso recibirían el nombre de glúcidos de absorción lenta, frente a otros como el azúcar, que sería un glúcido de absorción rápida. Los glúcidos
que debemos consumir son los de absorción lenta, dejando los de absorción rápida para contadas ocasiones (antes, durante o después de esfuerzos mentales
o físicos muy intensos, para obtener una energía inmediata). Para nuestro organismo no es lo mismo consumir azúcar pura, que consumir un alimento que lo
contenga de manera natural, como por ejemplo la fruta.
Otra diferencia importante se da entre los conceptos “integral” y “refinado”. Debemos abandonar la idea de que aquellos que comen alimentos integrales están a régimen, o
padecen estreñimiento. Comer alimentos integrales es lo normal y natural, siendo lo extraño y antinatural comer alimentos refinados.¿Cuál es la
diferencia?, pues que los alimentos naturales integrales vienen acompañados por toda una serie de minerales, oligoelementos, vitaminas, fibras y otras
sustancias que ayudan al cuerpo a metabolizarlos. El azúcar refinado, el arroz blanco y las harinas blancas refinadas son antinaturales porque han perdido
parte o la totalidad de esos coadyuvantes y nutrientes. La industria añade químicamente parte de esos elementos perdidos (vitamina C, calcio o hierro, por
ejemplo) haciéndonos creer que es lo mismo, pero es siempre una reposición parcial e insuficiente.
INFLUENCIA EN INFECCIONES
Una dieta rica en azúcares favorece la infección por parte de levaduras (por ejemplo Candida albicans), hongos, bacterias y parásitos. Algunos estudios señalan que la
respuesta de nuestros glóbulos blancos disminuye en presencia de azúcar. La
simple supresión del azúcar refinado permite a menudo terminar con las
infecciones reincidentes o crónicas.
Por ejemplo, en el número de julio de 1984 de la Journal of Reproductive Medicine apareció el informe de un estudio realizado con 100 mujeres. En el estudio se comprobó que
el consumo de azúcar, productos lácteos y edulcorantes artificiales mostraba una relación positiva con los casos de candidiasis vulvovaginal: después de
seguir una dieta estricta desprovista de estos productos, más del 90% de las mujeres afectadas se vieron libres, durante más de un año, de esta infección
por hongo. Probablemente el principal inconveniente del azúcar es que al elevar el nivel de insulina, inhibe la liberación de las hormonas del crecimiento
(cuidado practicantes de fitness y musculación, y deportistas en general), situación que a su vez deprime el sistema inmunitario.
ENFERMEDADES CARDIOVASCULARES
Al comer azúcar o productos que lo contengan, estamos ingiriendo gran cantidad de glúcidos en muy pequeño volumen, es decir, lo estamos tomando muy concentrado y esto trae
consigo un exceso de calorías que tendrán que ser almacenados en forma de grasa corporal. Además de aumentar de peso por el consumo excesivo de dulces, otros
elementos dañinos como el colesterol y triglicéridos aumentaran, y con el tiempo podemos convertirnos en uno más de las miles de personas que padecen
enfermedades cardiovasculares en nuestra sociedad.
El azúcar en sangre o “glucemia” debe mantenerse en unos niveles estables a lo largo del día, aumentando ligeramente tras la ingesta de comida. El azúcar blanco es
absorbido muy rápidamente por el intestino delgado causando una rápida e intensa elevación del azúcar en sangre (hiperglucemia), sólo deseable en
momentos muy puntuales, como después de un esfuerzo físico o mental muy intenso (y no me refiero a correr diez minutos, hablo de deportistas reales o
situaciones extremas de estrés mental). Esta elevación del azúcar en sangre nos conduce a un estado de excitación física y psíquica, pero igual que un péndulo
oscila, se pasa de un estado a otro, así se explica que tras la hiperglucemia sobrevenga una hipoglucemia (disminución del azúcar en sangre) y con ella una
depresión mental y cansancio físico. Esto lo observamos en aquellas personas que desayunan a base de azúcar y refinados, bruscamente elevan su glucemia y se
sienten muy bien pero a media mañana o mediodía comienzan las fatigas y desfallecimientos, y sienten que necesitan comer de nuevo, alimentándose con
azúcar y dulces. Se vuelven a recuperar, de nuevo sienten fatiga, y así sigue el circulo vicioso hasta la noche, y así todos los días, semanas, y años...
hasta que su páncreas puede decir ”basta”, y desembocar en una diabetes por estrés del propio órgano. En vez de esto, lo saludable y recomendable es
llevar a cabo un desayuno a base de elementos (como los copos de avena y otros cereales INTEGRALES y COMPLETOS, no los procesados industrialmente) que
no eleven la glucemia tan rápidamente, así no sufrirían ese vacío a media mañana.
OTROS PROBLEMAS DEL AZÚCAR
El consumo de mantenido de azúcar blanco está implicado en multitud de problemas a parte de los ya nombrados como: hiperinsulinismo, diabetes, obesidad,
indigestión, miopía, dermatitis seborreica, gota, falta de concentración, depresión, ansiedad, trastornos psicológicos, e incluso comportamientos violentos. De
hecho, existen estudios con programas de cambio de dieta y eliminación del azúcar, establecidos para delincuentes presos, con muy buenos y sorprendentes
resultados. La teoría que apoya estos estudios sostiene que la alimentación a base de comida rápida, bebidas y alimentos azucarados y desmineralizados, con
las que sobreviven mayormente las clases sociales con menor poder adquisitivo y los habitantes de zonas marginales en nuestra sociedad, los hace inestables
mentalmente, más agresivos, y disminuye su capacidad de aprender y progresar. Una teoría, quizás exagerada, pero interesante.
El consumo de azúcar también esta relacionado con ciertas malformaciones como el estrechamiento genético de las estructuras pélvicas en las mujeres, y posterior dificultad
para el parto, y estrechamiento mandibular, con malformaciones y superposiciones de los dientes.
A los niños les gusta el azúcar, quizás porque su organismo en desarrollo les exige ese tipo de energía expansiva, de crecimiento. A pesar de ello, en la naturaleza no podrían
tener acceso a un nivel de azúcar concentrado tan alto, y por eso el consumo en niños debe ser controlado por los adultos. Esto no quiere decir que debemos
condenarlos a que no prueben un dulce o un caramelo, pero si es adecuado dosificar esos caramelos y esos dulces y guardarlos para ocasiones especiales.
Explicar a los niños el porque de las cosas es mejor que decirles simplemente “no”, o decirles frases hechas del tipo “si comes caramelos se te caerán los
dientes”. Es mejor hacerles entender las consecuencias y ventajas de moderar su consumo, por poco que entiendan, y con el tiempo irán interiorizando la
conducta y comprendiendo los motivos. Puede ser necesario buscar las causas por las que ese niño es goloso y corregirlas, pues detrás puede haber necesidad de
atención, complejos físicos o problemas psicológicos.
Muchos niños desayunan a base de azúcar y dulces, o cereales con azúcar, al colegio se llevan un zumo con azúcar y unas galletas, y consumen bollería habitualmente.
Esto no es correcto, y sería muy importante corregir estos hábitos desde los inicios.
Cada vez observamos mas niños que son hiperactivos, con falta de concentración mental que trae consigo un bajo rendimiento escolar, que pasan de esa
hiperactividad exagerada a la melancolía, o con un alto índice de caries dentales y con mayor propensión a las infecciones. Todo ello puede derivar en
parte por una alimentación desequilibrada. Los niños que durante años abusan del azúcar tienen mayor riesgo de contraer diabetes, cáncer o enfermedades
coronarias en la edad adulta. Pensemos bien el tipo de alimentos que estamos dando a nuestros hijos y que repercusiones pueden tener en su vida, cuando sean
adultos se lo agradecerán.
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